Después de una vida de intensa producción creativa en diversos ámbitos, encontré en la escultura un medio puro de expresión interior. A través de sus formas, veo materializarse poco a poco una larga sucesión de sueños, construidos sobre una línea de diseño que evoca un futuro arquitectónico armónico con el medio ambiente: un estilo al cual he denominado “Futurbano”.

Para mí, la piedra y la madera fueron letras de una palabra que transmite mensajes de formas en el acelerado mundo contemporáneo. Llamé Escultura Futurbana a un rincón de arte escultórico con señales cifradas nacidas de objetos accidentales, restos de construcciones y trozos perdidos de la ciudad.

Mi proceso creativo comienza con una idea general aún imprecisa. Comienzo a trazar con las manos en el aire, y la mente conserva con bastante precisión el recorrido de estas líneas imaginarias. La búsqueda de materiales que ya hubieran cumplido un uso en el pasado, ha sido toda una aventura: trozos de un rico legado arquitectónico destinado a desaparecer, piezas descartadas y sobrantes de canteras ya desaparecidas, así como maderas de antiguos árboles que obtienen una tercera razón de existir.

Lo que más me atrajo de la piedra fue su perduración en el tiempo, imaginando cuando ese material estuvo bajo la superficie durante millones de años, como esperando salir a la luz. Siento que son piezas que trascenderán por mucho la existencia de quien las trabajó. Ahora, no solo es piedra; también la madera está presente, siempre recuperada, reciclada o remanente. Tengo además el plan de crear algunas esculturas con vigas de demoliciones con más de 100 años de antigüedad. En el caso de piezas recuperadas, me conmueve poder darle vida a algo que parece ya muerto, destinado a desaparecer.